Las noticias difunden hoy el creíble hecho de la muerte del dictador libio, Gadafi, al parecer por disparos de las fuerzas rebeldes del CNT(Consejo Nacional de Transición), en su localidad natal de Sirte. Las noticias, aun confusas, sobre cómo se desencadenó la muerte, vienen acompañadas de una fotografía que se dice corresponde al cadáver de Gadafi.
Siempre pensamos de él que era un hombre megalómano, histriónico y déspota con su pueblo, que no dudó en utilizar el terrorismo contra Occidente como, cuando le vinieron mal dadas, darse de abrazos y besos con gobernantes del mismo y presentarse cual amigo para contener el peligro del terrorismo islámico. ¡Las vueltas que dan la vida y la política! Gobiernos occidentales, que lo consideraron aliado fiable, han apoyado a los rebeldes para derrocarle, por intereses energéticos y geoestratégicos a tenor de lo que afirman sesudos analistas y bajo el pretexto de instaurar la democracia en Libia.
Ahora vendrá el reparto de compensaciones (contratos para la reconstrucción, concesiones para explotaciones petrolíferas, lobby de influencia, comisionistas, asesores de todo tipo; lo clásico después de conflictos similares) y un futuro impredecible que no se sabe si será para mejor o peor; máxime tratándose de una sociedad tribal cuya cultura, pensamiento y tradiciones, incluso la concepción misma de la democracia, difieren tanto de la civilización occidental.
La foto de lo que parece el cadáver de Gadafi, nos trae a la memoria la desagradable de Ceaucescu y su esposa, ajusticiados de urgencia con el regocijo popular.Hoy en Rumania se está echando de menos al tirano y megalómano comunista, debido a las penurias de la población en contraposición a la corrupción institucional y escandaloso enriquecimiento de ciertas élites. Que no se eche de menos un día al malísimo Gadafi y haya que recordar el dicho “ otros vendrán que bueno lo harán! Muchas incógnitas quedan en el aire.
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