martes, 17 de enero de 2012

FRENTE AL EGOÍSMO, GENEROSIDAD

 

Cuando vienen bien dadas abundan elogios, amigos, ofrecimientos, relaciones y adulaciones por doquier. Pero,¡ ay, amigo! si el destino o la suerte te ha dado la espalda, si has sido presa de la desgracia, si has sido vencido en algún encontronazo con la vida, si un resbalón te hizo caer, si la hiel del infortunio te ha golpeado. En tal caso serás posiblemente objeto de la indiferencia, de maledicencia, del abandono y de la negación. Las puertas que antes se abrían de par en par, ahora se cierran con triple paso de llave,  a solas cargarás con la cruz a cuestas y poco probable será que algún cirineo te ayude a aliviar su peso.

Cruel consecuencia del egoísmo humano que se manifiesta particularmente en los momentos difíciles, por los que tantas personas están pasando ahora. Muchos, preocupados por lo suyo, ante las diversas incertidumbres, procuran ponerse a resguardo o salvar sus muebles, sin reparar en quienes están al borde de graves penalidades o las sufren.

Como contrapeso a tan insolidario proceder, vemos gestos de generosos comportamientos a diversos niveles que, bien por altruismo, caridad o simple humanidad, se entregan con asumido sacrificio al servicio de los más necesitados. Irradian calor humano, se mueven por amorosa compasión sin esperar otra recompensa que la satisfacción por aliviar desdichas. Ajenos al "sálvese quien pueda", no abandonan el barco ante el peligro de hundimiento mientras haya alguien a quien socorrer. Esa buena gente no es dada a alardes ni mundanos protagonismos, gusta pasar desapercibida; pero, en todo caso, deja rastro de un ejemplo a meditar e intentar seguir.

No faltan quienes por mala cabeza son los causantes de sus propios males y merecen una oportunidad.¿Sabrán aprovecharla?. Ante la duda, hay que echarles una mano. Juzgamos con demasiada facilidad.

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