lunes, 23 de enero de 2012

QUE EMPIECE LA FUNCIÓN

 

El Gobierno fijó como fecha tope el 7 de Enero,  día siguiente a Reyes, para que CEOE y sindicatos llegasen a un acuerdo sobre la reforma laboral; de no ser así la impondría él. Han pasado los días, el acuerdo no se consigue y va concediendo prórrogas, lo que no parece serio. Por otra parte se viene detectando como cierta inicial descoordinación gubernamental, discursos diferentes, rectificaciones de los mismos, demasiadas generalidades y declaraciones de intenciones, pero pocas concreciones y acciones ejecutivas.

En unos políticos bisoños sería comprensible, pero no con el plantel que se nos presentó como excelente, y posiblemente lo sea a nivel individual. Hay que denunciar la nefasta herencia recibida, pero ha llegado el momento de actuar. Las primeras medidas adoptadas, como la subida de impuestos, y por las que se resentirán más desde clases medias hacia abajo, han sido las más fáciles y recurrentes.

Pendientes quedan las demandas populares de eliminar las subvenciones a sindicatos, partidos y patronal( tan solo una tímida reducción de un 20%), las prebendas a los políticos, despilfarros a montón y por doquier, cuestionamiento de las Diputaciones y Senado, replanteamiento de los reinos de taifas autonómicos,...

Acerca de otras reformas estructurales dicen que se está en ello con reuniones y consultas; pero parece que se tiene aprensión y excesiva cautela por los diversos gobernantes y que, principalmente, socialistas y nacionalistas, no empujan demasiado por la parte que les toca e intereses que les conciernen.

De años se ha sacralizado la Constitución, que precisa de urgentes reformas para abordar imperiosos cambios, y resulta que es un tabú el solo mencionarlo; mientras tanto el tiempo va pasando.

Muy probablemente, somos demasiado exigentes con un Gobierno que se estrenó hace un mes, cuando tantas claves deben haber que desconocemos, cuando con tantas impensables sorpresas se estará encontrando, cuando tantos frentes hay abiertos y cuando tantos pontificamos sin ser capaces de dar con el fiel de la balanza.

Los maestros de la orquesta han debido ensayar la partitura ante el previsto estreno; habrán tenido que afinar los instrumentos y acoplarse a  modificaciones en el pentagrama. No puede demorarse más la función, los melómanos andan inquietos. ¡Director!, salga al escenario con su mejor batuta, empiece por el Réquiem en memoria de la fenecida España y finalice con la triunfal Resurrección.

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