Tú, que votaste o no al Partido Popular y, cuando no lleva gobernando dos meses, dices sentirte defraudado porque hubieras deseado que, en veinticuatro horas, el nuevo Gobierno hubiera puesto fin a tanto desmadre del anterior. Tú, que de tantas cosas te quejas y algunas razones no te faltan. A ti y a cuantos de igual modo se pronuncian así, porque se impone el sacrificio, aún presumiendo que “los de siempre” saldrán bien librados, van dirigidos los siguientes recordatorios:
1.- Cuando Aznar dejó el Gobierno en 2.004 las arcas estaban a rebosar y redujo ostensiblemente el paro (omitamos datos estadísticos al alcance de quien quiera).
2.- Pudo haber afrontado otras reformas de calado institucional, en su segunda legislatura, pero no se hicieron.
3.- Zapatero, con su iluminismo, y los integrantes de sus dos gobiernos, en los que destacaron auténticas nulidades por emular las excentricidades y sectarismo del Jefe, despilfarraron lo nunca visto. El memorial malversador, incluso después de haber perdido las elecciones del 20-N, nepotismo y compra de voluntades fue de Juzgado de Guardia, como suele decirse.
4.- Mientras distraía la atención con revisionismos históricos, hostilidad a lo católico y, danzando sobre las nubes, presumía de Gran Maestro de las conquistas sociales, adalid de la igualdad, la libertad y la paz, menguaban velozmente las arcas públicas, avanzaba a galope el paro y disminuía el bienestar. Y él, por encima del bien y del mal, soplando al viento (“La tierra no pertenece a nadie, salvo al viento”,ZP dixit), hasta convertirlo en el huracán que arrasó España.
5.-No puso orden en el tinglado autonómico ni en tantos otros campos sobradamente conocidos.
El PSOE ganó contra todo pronóstico las elecciones del 2004 por voluntad popular, pero con la agitación y manipulación subsiguiente a los atentados del 11-M enfocados a la derrota del PP. Éste, el 20-N, las ganó limpiamente por mayoría absoluta.
El Gobierno de Rajoy ha afrontado un reto que nos parece harto difícil. Ha empezado a actuar con diligencia, con medidas drásticas a las que deben seguir otras debido a la herencia recibida que es más bien un caramelo envenenado. En temas tan complejos a todos nos surgen dudas. A nadie le gustan los sacrificios, pero es lo que hay y lo que vendrá. De su acierto dependerá que se le renueve o no la confianza en las próximas elecciones. El desastroso pasado socialista es un hecho cercano, ahí está. El presente y futuro, un interrogante con visos de esperanza.
¿No te parece, no os parece, que es pedir demasiado que en un plis-plas se reconstruya la destrucción de ocho años de continuo vendaval? Nunca llueve a gusto de todos, no hay que ahogar los gritos de los sin trabajo ni pan. Nos toca sudar remando contra corriente embravecida. Mientras tanto: esfuerzo, sacrificio compartido y confianza, sin desesperar.
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