Raro es el día que al despertar no escuches por la radio un nuevo caso de corrupción, ni que al ir al kiosco leas en las portadas de los periódicos más de lo mismo. Es tan generalizada que, asqueado, optas por no profundizar en el contenido porque ya nada sorprende. Otro tanto ocurre respecto al despilfarro y malversación de los dineros públicos.
Oyes por doquier, a nivel de calle, quejarse del, en mal momento, diseñado Estado de las Autonomías, barriendo cada una para si y que son un lujo que no nos podemos permitir. Se empezó por las " nacionalidades históricas" y acabó con " el café para todos".
Hemos asistido durante años al engorde artificial de las diferentes administraciones y, unos por otros, callábamos narcotizados por el "panem et circenses". Ahora reina la indignación porque, aunque persiste el circo, al pueblo le falta el pan.
Los diferentes responsables del desaguisado se fueron de rositas, otros continúan oliendo a crisantemo de campo santo y cuando el nuevo Gobierno anda de cabeza intentando poner remedio, es informado por la Intervención General de Hacienda que el déficit no es el 6% (60.000 millones de €) declarado por el anterior Gobierno socialista, si no del 8,51%( es decir: 26.000 millones de € más, a sumar a la anterior cantidad). El déficit, solo de 2011, asciende a 86.000 millones de €, equivalentes a casi 15 billones (con b) de pesetas; una minucia. ¡Que siga la fiesta!
En fin, hemos pasado de aquel “¡Habla, pueblo, habla! “ al ¡Paga, pueblo, paga!
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