No todas las llamadas comidas de trabajo responden al título. Dejando aparte las requeridas por asuntos empresariales, las convenientes u obligadas en ciertos actos protocolarios o sociales de diversa índole y algunas otras de casuísticas diferentes, cuando están comprendidas lícitamente todas ellas dentro de la carga laboral o en el desempeño del específico oficio o actividad, sí que lo son; las restantes no pueden reputarse como tales. Éstas serán reuniones en torno a la mesa, por otros motivos y distintos fines; pero no de trabajo.
El invento, con el pretexto falaz de trabajo, se inició hace varios años, dando lugar en lo oficial y público a casos de trapisondas y mal uso de los dineros del contribuyente. Fueron proliferando tales “comidas de trabajo” en los restaurantes de lujo y, como pagaba/paga el pueblo, no se le hacían/hacen ascos a las innovaciones en la carta de las cursilerías culinarias y los vinos de reserva.
La crisis y la escandalera de las corrupciones parece que han frenado o disminuido las falsas " comidas de trabajo". Incluso las que realmente sí que lo son, a nivel oficial o privado, han menguado y/o reducido el coste de las mismas. En cualquier caso, nadie quiere un florero de adorno en la mesa y, al sentarse, palpan debajo de ella y de las sillas. Ahora la pregunta habitual al maître es : ¿ Podemos comer y hablar tranquilos ?.
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