martes, 5 de febrero de 2013

¿ EL REVERDECER DE LA JUSTICIA ?

 

Los hechos delictivos, cuando se producen, son tozudos, están ahí; a la vista u ocultos, pero se han cometido. Unos salen a la luz pública y otros no. Que, los que trascienden, lleguen a poderse comprobar judicialmente, y se depuren las responsabilidades penales con suficiente carga probatoria que conduzca a condena, es harina de otro costal. En todo Estado de Derecho, la presunción de inocencia y demás garantías procesales deben observarse, sin que quepan arbitrariedades. La verdad no puede obtenerse a cualquier costa.

O se aceptan las reglas del juego o se opta por la inseguridad jurídica, ambas no casan entre sí. Por ello se debe confiar en la Justicia y exigir que los que la administran e indagan en la búsqueda de la verdad no sean perturbados, ni se presten a ello.

La democracia verdadera, aún con sus imperfecciones, funciona cuando hay división de poderes; pero a la nuestra hace años que se le administró veneno letal, y aún resuenan las palabras de Alfonso Guerra declarando la defunción de Montesquieu. Se afianzó la partidocracia, invadiendo el terreno de juego en pos del codiciado balón, ejerciendo a la vez de jugador y árbitro, sin reparar en guarrerías para hacerse con la pelota del contrincante y pitando solo los penaltis del otro color. Si son, porque lo son y sino, también.

Pero a lo que íbamos, a la Justicia, que por mor del funcionamiento del Sistema, anda desacreditada a los ojos de la opinión pública. No más que los otros poderes, pero va tocada de ala. Cuando da la impresión de actuar mediatizada en casos de especial relevancia y tantas trampas e injerencias tiene que sortear, ¡ pobre Justicia ¡. Son verdaderos héroes, pequeños David enfrentados a Goliat con las solas armas de la Ley y la honestidad profesional, los Jueces que con imparcialidad la quieren administrar.

Últimamente estamos asistiendo a un resurgir de la credibilidad de la Justicia ante casos notorios y sobradamente conocidos. Cabe confiar en ello y esperar que no sea un espejismo. Se precisan dirigentes políticos, no contaminados por comportamientos siniestros o intereses espurios, que la hagan reverdecer. Haberlos, con autoridad moral, los hay; otros, mejor harían en irse o callar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario