sábado, 18 de enero de 2014

CONTUNDENCIA VERBAL DE PUTIN.

 

" Continuaremos la lucha contra los terroristas de manera segura, despiadada y consecuente hasta su completa eliminación". Así se expresó, contundentemente, el presidente Vladimir Putin a raíz de los recientes atentados suicidas en Volvogrado, atribuidos a islamistas radicales del Cáucaso Norte, que causaron numerosos muertos y heridos.

No se anduvo por las ramas el presidente ruso, ni utilizó palabras " políticamente correctas" usuales en gran parte del Occidente democrático. No mencionó el Estado de Derecho, ni el respeto a sus reglas, para acabar con el terrorismo. Sentenció con el vocablo despiadado, equivalente a inhumano, cruel y sin piedad; respaldando su breve y pública alocución con " no hay justificaciones para crímenes cometidos contra civiles, sobre todo mujeres y niños".

Que se sepa, ninguna censura o crítica se le ha hecho por su excesiva rotundidad en la forma de expresarse. Muchos piensan lo mismo e hipócritamente guardan las formas en sus discursos. Si encima lo ha dicho un poderoso líder mundial, que fue destacado espía soviético y director del FSB (el Servicio Federal de Seguridad que reemplazó a la siniestra KGB), nada se le reprocha en los medios. Y es que Putin es mucho Putin, sabe lo que dice y no habla por hablar. Se le respeta.

Se podrá estar conforme o en desacuerdo con su modo de pensar y actuar; pero ama a la " Madre Rusia", defendiéndola contra sus enemigos y de aquellos que pretenden trocearla mediante el terror y crear un estado islámico independiente en ciertas repúblicas rusas del Cáucaso Norte.

Algunos de nuestros dirigentes y políticos deberían tomar nota y sacudirse los complejos en la lucha antiterrorista y contra los intentos secesionistas. Para ello no hace falta llegar al desmedido verbal de Putin (" despiadadamente ") y a los procedimientos que pudieran derivarse de llevarse a la práctica tal vocablo. Sólo se precisa amar y sentir España y hacer que se cumpla la ley justa, que legitima la acción del Estado por los medios previstos en la misma.

El recto fin no justifica todo tipo de medios ni los ensañamientos inhumanos, pero sí la aplicación proporcional y progresiva de los legales, conforme avanza la escalada independentista, violenta o no, para conseguir la segregación.

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