El fanatismo y la sinrazón parecen no tener límites cuando al separatismo catalanista se refiere. Si no es por un pito, es por una flauta. La cosa es el incordiar a propósito de la identidad, hasta el extremo ridículo de criticar a los padres que eligen para sus hijos un nombre español.
Así ha pasado con el futbolista del Barcelona, Puyol, y su pareja, Vanesa, que decidieron que su hija, recién nacida, se llamara Manuela. Contra los dos se han lanzado, ¡ escandalizados !, a través de las redes sociales, por no haberle puesto un apelativo catalán. Y eso que, según dicen, Puyol tiene simpatías por el nacionalismo. De de ser así, lo habrán considerado apóstata, como conceptúan los fundamentalistas islámicos a los musulmanes que no observan lo que aquéllos consideran ortodoxia.
No se sabe si el padre o la madre de la criatura, o ambos, cederán ante la furia y cambiarán el nombre de la niña por otro en catalán ( Montserrat o Merced proponían los inquisidores). Manuela es bonito, y ¡ no digamos su diminutivo ! Es castizo y trae suerte. Muchas veces la ha llevado a Cataluña la madrileña administración de lotería " Doña Manolita".
Enhorabuena a los padres y un besito para Manuela. Que la vida le sonría siempre.
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