martes, 21 de enero de 2014

LA OTRA CARA DE LA CRISIS.

 

Con la crisis han brotado sentimientos humanitarios que estaban languidecidos. Las dificultades han motivado que se repare en los más necesitados, en los que atraviesan grandes dificultades, y ha surgido una corriente de comprensión y piedad hacia ellos que lleva a prestarles ayuda o, al menos, a intentarlo dentro de las posibilidades de cada cual.

La indiferencia, porque no era de uno el problema ajeno, ha sido reemplazada mayoritariamente por el compromiso. Se presta atención a situaciones y personas que antes no conocías, o de las que te desentendías por diversos motivos. Se va en busca y al encuentro del otro, surgen nuevas experiencias y conocimientos, se habla y escucha procurando el alivio del doliente.

La crisis ha originado muchos problemas personales, que no siempre afectan a lo económico, cuyo remedio no se soluciona con la pasividad y el silencio. En todo caso, cualquiera que sea el tipo de infortunio y angustia, ennoblece a quien intenta paliarlo. El que sufre padece menos cuando no carga a solas con la cruz de la desdicha. El cirineo que ayuda a llevarla tiene la impagable recompensa de la satisfacción interior.

La crisis ha llevado a muchos a reencontrarse consigo mismo y a ser más humanos y solidarios. Es la otra cara reconfortante de la moneda.

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