sábado, 5 de abril de 2014

LA VERGÜENZA BOLINAGA Y LA OTRA.

 

El asesino etarra Urribetxebarría Bolinaga nunca debió ser excarcelado sin haber acabado de cumplir la condena. Hubiera podido seguir en prisión y serle administrada allí la medicación indicada para el cáncer que sufre. Su puesta en libertad en agosto de 2012 por aducidas razones humanitarias, además de discriminatoria respecto a otros reclusos con iguales o similares enfermedades sin perspectivas de curación, fue percibida como una cesión a su huelga de hambre- por no hacer de él un mártir- y a un gesto de buena voluntad dirigido a la banda terrorista ETA, dentro del marco de las negociaciones con ella mantenidas por el Gobierno socialista de Zapatero, y que se ha especulado que han podido ser continuadas por el actual del Partido Popular, aunque éste lo ha negado reiteradamente.

El caso es que se le pronosticó una esperanza de vida de nueve meses, y lleva año y medio fuera de los barrotes, dando paseítos por las calles de Mondragón y frecuentando algún que otro bar. En esas estábamos, ante la indignación generalizada por el privilegio que se le dio- fue legal, pero lo hubiera sido igualmente el no excarcelarle-, cuando resulta que, ahora, es inculpado judicialmente como presunto autor material del asesinato de un guardia civil en 1986, y por las mismas razones de salud se decreta su prisión, pero ligada a estar en su casa sin poder salir, salvo que sea para ir al hospital. O sea, de momento y de volver a la cárcel, naranjas de la China. Ya veremos si, con el paso de los días, reingresa en la misma en base a una hipotética nueva resolución judicial dictada a tal efecto. Cuando muera, sin desearle la muerte, será sin haber purgado los años de prisión merecidos por justicia y, salvo milagrosa  conversión, sin haberse arrepentido de sus maldades inhumanas ni haber pedido perdón a sus víctimas.

Dejando aparte las exigencias legítimas de Justicia y reparación, mayoritariamente compartidas por la ciudadanía, a que son acreedoras las víctimas del terrorismo, la vergüenza Bolinaga no debe hacer que caiga en olvido la de la presencia de los filoetarras en algunas de las Instituciones del Estado, facilitada inexplicablemente en su día por decisión del Tribunal Constitucional. Desde los puestos de mando, decisión e influencias que en ellas ocupan, repartidos fundamentalmente en el País Vasco y partes de Navarra, imponen la dictadura de la exclusión y someten a presión a quien se siente del terruño y español.

Ocurre que preocupados por la larga crisis económica y sus consecuencias, se corre el riesgo de que el manto de la desmemoria cubra, salvo para los que lo sufren de cerca, lo que en esa parte norteña de España ocurre. Esa otra vergüenza, de mayor calado, es el libro de cabecera a depositar en la mesilla de noche del Gobierno, jueces, fiscales y dirigentes de los partidos que proclaman su españolidad. No sea que se les vaya a olvidar.

2 comentarios:

  1. Lo que ocurre en España es una vergüenza y los sucesivos Gobiernos unos timoratos,incapaces de hacer que prevalezca la justicia frente al pasteleo.Ellos son también los responsables de lo que sucede con las leyes y los jueces.

    ResponderEliminar
  2. Hace tres días murió en la prisión, en la que cumplía condena de 11 años y 8 meses por integración en la banda armada, una mujer que perteneció a la banda terrorista de los GRAPO, la que arrastraba diversas dolencias de salud. Otro recluso, que pertenecía a la misma banda, murió en la cárcel hace algunos años a consecuencia de una huelga de hambre. Presos, condenados por delitos que no eran de terrorismo y con enfermedades muy graves e incurables, también han muerto en prisión. Lo de Bolinaga es un trato a favor por ser de ETA. Efectivamente, de vergüenza es esto y la legalización de BILDU.

    ResponderEliminar