La plataforma independentista Catalunya Acció ha hecho un llamamiento para que en el partido de la final de la Copa del Rey, entre el Real Madrid y el FC Barcelona, que se jugará mañana en Valencia, se realice una pitada monumental contra el Rey, y cuando suenen los acordes del Himno Nacional, para escenificar la reivindicación de la independencia de Cataluña, dada la gran repercusión internacional que siempre tienen estos partidos y que hay que aprovechar cualquier evento político, deportivo, cultural, etc., nacional o internacional, para difundir la idea y el objetivo de un Estado Catalán independiente.
Nada nuevo. Ya se ha hecho en otros encuentros anteriores, aparte de que desde la Generalitat de Cataluña no cesan los empeños secesionistas, dándolos a conocer en el exterior con todos los medios a su alcance, pero pagados, para mayor sarcasmo, por todos los españoles.
Los de la llamada a la pitada, sus patrocinadores y los que participen en la misma, que van de demócratas y víctimas, no sólo pretender vejar la figura del Rey- Jefe del Estado- y los símbolos patrios- Himno y y Bandera-, sino que ofenden los sentimientos de la inmensa mayoría que no comulga con sus postulados. Pero tal cosa les trae al fresco, bravuconean y se enorgullecen de ello. Y es que saben lo que es la impunidad en la que se mueven.
Lo peor de todo esto es que se acepte como inevitable y que haya que soportarlo para no entrar en su juego de la provocación y evitar males mayores. Desde hace años se ha ido con contemplaciones, se ha mirado para otra parte ante la inoculación del virus separatista, sin prevenirlo ni darle la respuesta que el ordenamiento jurídico permite, llegándose al bochorno, que excede de lo anecdótico, como el que mañana se producirá en el estadio del Mestalla.
Una vuelta de tuerca más del independentismo catalán, que sigue apretando. Pese a ello, se le regala lubrificante.
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