Abrir el melón de la reforma constitucional o del proceso constituyente- hay propuestas de ambas clases- es un grave riesgo si quienes abogan por ello no explicitan claramente sus intenciones, alcance, necesidad y oportunidad. Las vaguedades e inconcreciones no vaticinan nada bueno; y conociendo el sustrato político de algunos de los que lo proponen- sean de la llamada "casta" o de los advenedizos a la misma- cabe pensar lo peor: dinamitar desde dentro determinados principios del orden constitucional vigente, que tanta estabilidad ha proporcionado, y abocar a los españoles a despeñarse o a no se sabe a dónde.
Tales propuestas son más irresponsables al formularse cuando, como ocurre ahora, los desafíos independentistas en Cataluña son más tercos y rebeldes; hay movimientos para erosionar y deslegitimar la Institución monárquica y al Rey- símbolo " de la unidad y de la permanencia del Estado"-, y que recelan sin motivo de las Fuerzas Armadas- cuya misión es " garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional", con sujeción estricta a los dictados legales del Gobierno que es el que "dirige la política interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado"-.
¿ Cuál sería la " dirección " que emprendería un hipotético gobierno frente-populista de izquierdas, con el apoyo de los secesionistas si lo precisara? Es fácil imaginarlo. Esos linces de la política miran a largo plazo, no dan puntada sin hilo, y tras mucho esperar aprovechan cualquier resquicio u oportunidad para tratar de hacer realidad sus pretensiones. A base de reiteradas puntadas llegarían a hacer el desgarro nacional.
" La ocasión la pintan calva", reza un dicho antiguo; la ven al alcance de la mano- ya lo consiguieron con algunos pactos municipales y autonómicos, y a los hechos y " nuevos modos" recientes hay que remitirse-.¡Que no falte un Varoufaxis ni un Romeva a la mesa!, parece ser la consigna. De serles propicia la suerte, acabarían posteriormente a dentelladas entre ellos, no sin haber dejado antes a España y su Constitución desvencijadas y en dique seco.
Que las palabras del Rey ante Mas y los nuevos jueces catalanes, y por extensión a todos los poderes públicos, llamando a cumplir la legalidad, aplicarla y velar por su cumplimiento, sirvan para recapacitar y rectificar tantos desvaríos perpetrados e " in mente". Necesitamos el alivio refrescante y vitalizador del agua incontaminada del manantial o la límpida caída del cielo. No el pedrisco que acompaña a las tormentas veraniegas; tampoco el mosquito tigre que tanto dolor causa, ni las gotas frías de Septiembre que arrasan a su paso.
Ya tenemos la experiencia en España de lo que fue el frente popular y ahora lo estamos viendo en Grecia.Lo que no entiendo es al Sr.Sánchez;se está comportando como un "veleta".
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