El odio del extremismo izquierdista hacia el gran capital y los empresarios potentados, fundamentado en una ideología que sólo ha acarreado la ruina allí donde impera o se ha impuesto, es patológico. Quienes son presa de tamaño rencor, a veces combinado con la envidia, no admiten la presunción de honradez de las personas y entidades que califican de capitalistas, generalizando la descalificación y censura sin distingos. No disciernen la riqueza adquirida con años de trabajo lícito y múltiples sacrificios, así como tampoco valoran los puestos de trabajo generados ni el aporte al progreso y al bienestar social. Para ellos, toda fortuna proviene de la explotación laboral, corrupciones y de otras prácticas inconfesables, sin que haya manera de apearles de su fobia enfermiza. Claro está, dicha fijación obsesiva les dura, aunque traten de disimularla, hasta que encuentran su maná, provenga éste de dónde y cómo sea.
A tenor de lo anterior, cabe señalar que desde un tiempo a esta parte, el populismo radical no desperdicia ocasión para cuestionar a Amancio Ortega, fundador de Inditex y creador de un emporio empresarial textil expandido por todo el mundo; llegándose al extremo inconcebible de desdeñar las millonarias cantidades que su fundación destina desinteresadamente en favor de la sociedad: donaciones a Cáritas, equipamientos de última generación para detección y tratamiento contra el cáncer, y para otros fines altruistas.
Que dirigentes del partido político “ Podemos” se hayan posicionado en varias ocasiones contra Inditex, lanzando sospechas sin fundamentar, entra en sus planteamientos ideológicos sobradamente conocidos; pero causa perplejidad y asombro que, por ejemplo, la autodenominada Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Aragón se haya opuesto a la donación de 10 millones de euros para la adquisición de equipamientos como los señalados anteriormente; resultando difícil no pensar que andan de por medio planteamientos ideológicos y no médicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario