El actual Gobierno socialista fue tildado de “ bonito “ a raíz de su configuración inicial, pero actualmente, unos cuatro meses después, el citado apelativo se va desdibujando, y el maquillaje, al escurrirse, deja al descubierto su avitaminosis y debilidad.
Al no poder hacer solo su andadura , tiene que apoyarse en otros partidos- cosa natural cuando se gobierna en evidente minoría parlamentaria-, mas lo prudente y aconsejable sería concitar las voluntades de los más próximos y centrados ideológicamente, al menos en los llamados asuntos de Estado.
En vez de hacer esto, intenta buscar acuerdos con la extrema izquierda populista y los separatistas, con tal de “ ir tirando palante “, llegar a las próximas elecciones generales, ganarlas y seguir gobernando el tiempo que se pueda. Pero como los favores se pagan, y por algunos se exige un precio inasumible, esperemos que las tragaderas no sean muy anchas.
Todo tiene un límite, pero no se sabe cuál es el listón del apuesto Pedro Sánchez, aunque sí es patente su escoramiento hacia posturas sectarias y radicales por mantenerse en la Moncloa. Lo que políticamente le ocurra en el futuro, próximo o lejano, es irrelevante. Lo malo sería que dejara hechos unos zorros a España y a su partido. Ha empezado con malas compañías, lo que nada bueno presagia.
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