jueves, 18 de octubre de 2018

LA RIQUEZA

Normalmente se asocia la riqueza con la abundancia de dinero y bienes materiales, no reparándose en el valor de la interior o espiritual. La primera, siempre que se haya conseguido legal y moralmente, no hay que demonizarla, pero no garantiza de por sí una vida más apacible, ya que el mantenerla o aumentarla implica mucho trabajo y quebraderos de cabeza ( piénsese, por ejemplo, en los grandes empresarios que se esfuerzan en ampliar sus negocios y la correspondiente creación de empleo ). La segunda- la interior o espiritual – se caracteriza por la asunción de una serie de valores y principios que dignifican a la persona, siendo un tesoro humano a cultivar e imitar, persistiendo, incluso, en el transcurrir de la vida, ante los aconteceres penosos y las situaciones de penuria.

Ambas riquezas pueden coexistir, sin que una excluya a la otra. La material puede llevar a olvidar o descuidar el potencial del desarrollo humano en su integridad. La espiritual es susceptible de altibajos y flaquezas, máxime ante las dificultades y carencias básicas, planteándose en ocasiones dudas pasajeras sobre su utilidad.

En fin, lo recomendable es ponerse en el lugar del otro, practicar la comprensión, el desprendimiento y la solidaridad, así como desterrar el egoísmo y la amoralidad. La riqueza material no está al alcance de la inmensa mayoría. La espiritual es accesible para todos: ¡ busquémosla !; es la fuente del verdadero amor.

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