El DRAE define el dogmatismo, en su acepción primera, como “ presunción de quienes quieren que su doctrina o aseveraciones sean tenidas en cuenta por verdades inconcusas “. Los dogmáticos no admiten la duda y se consideran en posesión de la “ verdad absoluta “, defendiéndola y manteniéndose en la misma con una rotundidad extrema, su lema es “ mantenella y no enmendalla”.
Se da el dogmatismo en los que no admiten que los demás pueden tener también su parte de razón, y no aceptan ni conciben posicionamientos eclécticos o escépticos, como tampoco el hecho de cambios, en el transcurso de la historia y la vida, de pensamientos personales fundamentados en las experiencias adquiridas y en las evoluciones producidas. El dogmatismo, fuente de tantos conflictos, puede cambiar con el transcurso de los años, aunque hay quienes cargan con él hasta el ocaso de sus días. En los momentos finales es cuando suele recapitularse sobre lo ya pasado, los errores cometidos y lo que no se volvería a hacer ni mantener, quedando la esperanza o el deseo de que, en ese momento de la verdad, haya vida después de la vida, y que en la nueva y eterna se vea la luz imperecedera, la que alumbra la definitiva y auténtica verdad.