viernes, 14 de mayo de 2021

SOLEDADES

Hay soledades lastimosas, tristes y difíciles de soportar, que afectan especialmente a muchas personas mayores que viven solas y no pueden relacionarse con otras, por impedimentos físicos u otras causas no deseadas. Su única compañía, por momentos u horas, es la asistencia que se les presta y las visitas que pueden recibir. Pero hay también casos de personas que pueden valerse por si mismas, y con lucidez mental, que se sienten a gusto viviendo solas, saliendo a la calle cuando les apetece y por motivos concretos ( pasear, comprar, tomar un café con amigos o conocidos, etc.), y regresando a sus casas para no salir durante el resto del día. Su “ encierro “ voluntario es la opción preferida, para entretenerse con sus reflexiones, aficiones y pasatiempos.

 
A las primeras, por humanidad, hay que darles todo el cariño y ayuda que precisen, a nivel familiar, social y vecinal. Cualquier iniciativa y acción en este sentido es loable, engrandece y dignifica a quien lo hace, sin que las administraciones públicas deban desentenderse y no prestarles toda la atención y ayuda que precisen. 
 
Respecto a las segundas, hay que respetar su libertad de elección y modo de vivir, sin presionarlas para que actúen de otro modo. Si son felices así y a nadie molestan, no hay que catalogarlas de asociales ni raras. Sus motivos y experiencias tendrán para buscar el refugio placentero en su casa.
 
Hay otras clases de soledades, cuya casuística es demasiado amplia, como para extendernos ahora sobre ellas. Si acaso, hay que señalar, por el momento, la soledad que produce el vacío del alma. 

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