El cambio de “ look “ de Pablo Iglesias, al
cortarse el pelo y desprenderse del moño, ha sido objeto de muchos comentarios
e, incluso, de alguna comparación con cierta semejanza a una fotografía de Lenin
en su juventud. Sí que se parecen las fotografías de ambos: la reciente del
primero y la antigua del segundo. Viéndolas, los dos aparentan un aspecto
apacible, modosito, nada agresivo ni violento, aunque ya se sabe cómo se las
gasta Iglesias y las gastó Lenin, salvando la distancia de tiempo, lugar y los
medios utilizados antaño por el bolchevismo. Habría que ver de lo que hubiera
sido capaz de hacer Iglesias en la II república y durante nuestra última guerra
civil, si hubiera vivido en dichas épocas y tenido capacidad de decisión.
Sabiendo las monstruosidades que llevaron a cabo entonces el Frente Popular y el
comunismo, es fácil de imaginar. Pero aquello ya es historia, aunque algunos
pretendan falsificarla y blanquear los desmanes de las izquierdas, echando todas
las culpas a las derechas, a la Falange y al ejército sublevado en la contienda
civil.
Con la Transición se produjo la reconciliación,
el olvido y el perdón, si bien, posteriormente, el ex presidente socialista
Zapatero empezó por abrir las heridas ya cicatrizadas, y en eso continuó el
Ejecutivo de Pedro Sánchez, del que fue vicepresidente Pablo Iglesias. Este ha
cambiado de “ look”, pero mantiene su ideología marxista-populista. Se
pronunció, antes de pisar la moqueta del poder, contra la casta privilegiada y
capitalista, y ahora forma parte de la misma. Quiso acabar con los medios
libres, y pronto lo veremos- según se dice - produciendo y conduciendo programas
televisivos del emporio de Roures, colmando su ambición de estar al frente de
uno de ellos, siguiendo con sus consabidas peroratas neocomunistas para socavar
el actual Régimen constitucional.
Si se mira de refilón y lateralmente el cambio de
“ look” de Iglesias, parece guardar cierta semejanza con el desdichado “ pequeño
Nicolás”. Este se hacía pasar por agente del CNI, y aquél quería controlarlo. El
“ Nicolasín “ es un fantasioso, tramposillo y pobre chico. Iglesias, salvo el
improbable y casi imposible caso de que se caiga del caballo como Saulo de
Tarso, seguirá con su particular guerra contra el orden legalmente establecido,
aunque se aprovecha de él. Es de los del colmillo retorcido, y sus dentelladas
duelen y hacen sangrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario