Los chistes buenos son cortos y hay que tener
gracia para contarlos. El paseíllo de medio minuto escaso, compartido por
Sánchez y Biden fue cortito, no sabiéndose lo que habló el primero, pero no
debió hacerle gracia lo que le dijo Sánchez, en el improbable caso de que le
escuchara, a la vista de las imágenes difundidas. Biden pasó de él en forzada y
fugaz compañía, que con desespero buscó la foto. Desde la Moncloa se anunció que
habría un reunión entre ambos, quedando reducida la misma al paseíllo citado,
que resultó ser un chiste malo, habida cuenta la diferencia entre lo anunciado
por nuestro Gobierno y lo que sucedió, así como la nula gracia y bochorno que
nos ha producido Sánchez. Fue a por lana y salió trasquilado, quedando en
ridículo.
El ninguneo de Biden a Sánchez no es para
tomárselo a broma, sino para averiguar las causas del mismo, ya que Sánchez,
como presidente de la Nación, representaba a España en la cumbre de la OTAN. El
motivo es que la Administración norteamericana desconfía de nuestro Gobierno
social-comunista, integrado por “ sanchistas “ y “ podemitas ”, y de sus
querencias y complacencias con los regímenes bolivarianos iberoamericanos,
además de las relaciones peligrosas de Podemos con Irán y con todo lo que es “
antiyanqui ”.
Pueden gustar más o menos determinadas políticas
de la Casa Blanca, pero no es de recibo disgustarla ni que recelen de nuestro
país, pues somos un socio estratégico de USA. Habría que atraer a esa gran
Nación y primera potencia mundial, para que medie a nuestro favor con los
desencuentros que tenemos con el Reino Alauita, y sea comprensivo y
condescendiente con los diversos intereses legítimos de España. Pero la mochila
descarriada de Sánchez y la carga de sus compañías nocivas lo dificultan.
Posiblemente, alguna vez se produzca la reunión
pretendida por Sánchez con Biden. De llevarse a cabo, esperemos que sea
fructífera para ambos países, y que no se repita el chiste malo y sin
gracia.
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