Ante el conflicto actual con Marruecos hay que estar con el Gobierno español, siempre que se mantenga firme en la defensa de la españolidad de Ceuta y Melilla, sin que hayan fisuras ni vacilaciones al respecto. Así lo demanda la integridad de nuestro territorio nacional y la protección de las fronteras que tenemos con aquel país, que siempre utiliza cualquier pretexto para hacer valer sus falsos derechos sobre dichas ciudades. Tampoco los tiene sobre el antiguo Sahara español, pero va ampliando su asentamiento y dominio sobre el mismo, siendo claras también sus pretensiones sobre las Islas Canarias.
El apoyo que tenemos de la Unión Europea,
teniendo en cuenta que sus fronteras del sur son también Ceuta y Melilla, parece
que, según pasan los días, va flojeando, y al final nos las tendremos que
arreglar nosotros solos. Para que la tensión amaine conviene desplegar una
intensa actividad diplomática- la llevada a cabo por nuestro actual Gobierno es
errática y deficiente-, intentando conseguir, principalmente, la implicación y
mediación a nuestro favor de USA y Francia, que son muy influyentes con
Marruecos, así como excitar mayor celo de la UE
para que la crisis no vaya a peor.
Marruecos utilizará, como es habitual en él,
cualquier signo de debilidad o duda en nuestra contra. Por ello es necesario,
además de mostrar firmeza, ser astutos, leales, transparentes y hacer todo lo
posible para recobrar la confianza perdida, aun a sabiendas que estaremos
expuestos a que Marruecos nos la juegue a la más mínima ocasión. Si hay que
disculparse por algún fallo o error, se hace a tiempo y dando las explicaciones
oportunas. Véase el embrollo creado con Brahim Gali- pretexto para el actual
conflicto-, aunque el chantaje y la reacción desmedida del Reino alauita es
inaceptable e intolerable.
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