Cada uno del común sabe, conforme a sus
posibilidades, cómo organizar su estilo de vida y optar por sus preferencias y
lo que le conviene, sin necesidad de que el Gobierno se entrometa en los asuntos
domésticos, ya que su obligación es resolver problemas y no crearlos ni
aumentarlos. Hace, cada vez más, uso de las técnicas de márketing para el
autobombo y esquilmar los bolsillos de los contribuyentes. Nos dice cómo ahorrar
en el consumo de la luz, fijando tramos horarios incompatibles con nuestros usos
y costumbres, cuando él es un manirroto y despilfarrador en la gestión de los
dineros públicos. Nos indica también qué comer, al estilo vegano- ecologista.
Quiere vendernos su “ mercancia ” recurriendo al conocido y vetusto anuncio
publicitario de “ Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo
“.
No hace falta ser un lince para buscar, comparar
y comprar algo mejor. Para eludir el tarifazo eléctrico se podría recurrir a las
velas- lo que no es aconsejable ni práctico, salvo en el caso de un apagón
prolongado- ¡ Vamos , un engorro ! , porque estamos acostumbrados a encender y
apagar el interruptor en un plis-plas. Pero alguna solución tiene que haber,
antes de ir a ciegas. La más sencilla, de momento, sería suprimir o disminuir
los gravámenes con finalidad recaudatoria, que inflan el recibo de la luz y que
no hay modo de descifrar o entender. Según muchos expertos, la energía más
barata y limpia es la nuclear, y después la de las térmicas, porque la
hidroeléctrica no da más de sí. La eólica va mejorando sus rendimientos, aunque
todavía es cara y la fotovoltaica la más cara.
En cuanto a los hábitos culinarios está todo
felizmente inventado y experimentado, desde las recetas de la abuela en cada
región a la dieta mediterránea. Cada cual es libre para elegir lo más apetitoso
al paladar y saludable a la vez. Para recomendaciones al respecto están los
consejos médico-nutricionistas. Y en cuanto se refiere al dispendio dinerario
vale la máxima de no gastar más de lo que se ingresa, y ahorrar, siempre que se
pueda, para afrontar posibles situaciones imprevistas.
En fin; que deje el Gobierno de “ vendernos la
burra “ y ser “ trilero “. Aunque no queramos tragarnos sus engaños, nos hacen
pasar por el aro. A la fuerza ahorcan. De momento no queda más remedio que
aguantar y desahogarnos protestando, a la espera que lo releve otro mejor o
menos malo.
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