Si te juzgas a ti mismo, no seas severo.
Reconoce que no siempre fuiste
limpio.
Sé sincero e indulgente contigo y con la
gente.
La vida es un libro de historias y
vivencias,
entremezclándose blancuras y
negruras.
Asume los colores de la tuya.
Que la página final se escriba con piadosa
dulzura,
y que no quepa en ella la amargura.
Cuando se acabe la tinta de la
pluma,
queda en paz, vuela arriba, humana
criatura.
Te espera la
Divina Ternura.
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