Cuando les vienen mal dadas
y sin venir a cuento,
Sánchez y sus huestes
“ resucitan “ a Francisco Franco,
vejando la memoria
de quien libró a España
de la escoria que la corroía.
Los iconoclastas de su figura
tienen torpes intenciones y
“ parcelan “ a su favor la reciente
Historia,
obviando la ecuanimidad.
Franco es el comodín
que sacan a relucir,
para desviar la atención
de las tropelías sanchistas.
Dejen de marear la perdiz,
condenando la parte del pasado
que no les gusta,
y absolviendo a la de su querencia.
Revivir los rencores del pasado
alimentan la discordia, contradiciendo
el espíritu de concordia que presidió la
Transición.
Dejémoslo estar. “ Pedir peras al olmo “ es
pérdida
de tiempo y una vana ilusión.
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