El Fiscal General del Estado,
amparándose en sus derechos
como investigado, no respondió
a las preguntas del Magistrado-
Instructor del Tribunal Supremo.
El silencio de tan alto cargo,
respetándole la presunción de
inocencia,
“ huele a chamusquina ”, para él
dañina;
redundando también contra el
prestigio
y la honorabilidad del colectivo
fiscal.
El mutismo guardado, salvo para
contestar
a su defensor, en nada le beneficia;
comportándose sin gallardía el que
es
“ buen vasallo ” de su nepotista
señor.
Sea cual sea el resultado final de
este
vergonzoso y rocambolesco enredo,
desencadenado por un delito de
revelación
de secretos, trece fiscales de Sala de la
cúpula
del Ministerio Público han pedido la
dimisión
de Álvaro García Ortiz, Fiscal General del
Estado,
por presuntamente haber difundido datos
reservados del novio de Isabel Díaz Ayuso.
“ Una retirada a tiempo es una victoria
“,
sentenció Napoleón Bonaparte.
García Ortiz aguanta y resiste.
Acaso
no le dejan irse, para evitar
salpicaduras
ascendentes. Si se le tuerce la
suerte,
la podría enderezar el
Constitucional,
manejado por Conde-Pumpido.
¡ Otro que tal !
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