La persecución a los cristianos
no es cosa del pasado,
más o menos lejano.
Se produce actualmente
en el Congo, en otras tierras
africanas y en diversos continentes.
La sangre derramada,
por seguir a Cristo,
es semilla de nuevos frutos.
Sangre martirial, ignorada
e indiferente para muchos.
¡ Vergüenza para la Humanidad,
marca infame en los que
tienen dos varas de medir,
según la autoría del odio
y del sectarismo criminal !
Aunque se oculte o minusvalore
la persecución cristiana,
no deja de ser una sangrante realidad.
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