Fallaron las pulseras
puestas a los maltratadores.
Éstos pueden eludir las medidas
de distanciamiento, acercándose
a sus víctimas, mujeres que,
por ello, se
sienten desprotegidas.
El Gobierno se llama a andana,
pone excusas peregrinas,
dejó en el aire el entuerto,
pese a estar avisado desde meses
por la judicatura y se reflejó en
la Memoria del Fiscal del Estado.
Las maltratadas, asustadas,
sufren miedo y
angustia
por si su agresor vuelve a las
andadas.
Se piden ceses o dimisiones, pero,
siguiendo la tónica habitual del
Gobierno,
se hacen oídos sordos, se arremete
contra los que lo exigen o demandan,
y nadie abandona el ministerial
cargo.
Las otras pulseras-grilletes
habría que ponerlas a quienes,
alardeando de feministas,
han minimizado el fallo que deja
indefensas a las maltratadas mujeres.
Ellas han pagado el pato.
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