jueves, 3 de noviembre de 2011

REFERIDO A ETARRAS:”…Y ENCIMA SE RÍEN ESTOS CABRONES”

 

Ayer, en la sesión del juicio oral contra varios terroristas etarras, el silencio sobrevoló la sala cuando la viuda del concejal de UPN en Leitza (Navarra) , entre sollozos, hizo un relato escalofriante del asesinato de su marido en 2001 presenciado por ella, ante la indiferencia de las alimañas que eran juzgadas.

A su término, la Presidenta del Tribunal, la magistrado Ángela Murillo, creyendo que los micrófonos estaban cerrados, le susurró a otro juez del Tribunal “…Y encima se ríen estos cabrones”. Ángela Murillo ha decidido abstenerse, retirándose del Tribunal juzgador para que no se cuestione la objetividad e imparcialidad del mismo; ha sido sustituida y el juicio continuará.

Es cierto que como Juez, Murillo debería haber sido más cauta, evitando el deslizado comentario ; pero hablemos claro: no dijo cosa diferente, aunque no debió hacerlo en cuanto juzgadora, de lo que piensa la inmensa mayoría de los españoles. Es más,  el calificativo de cabrones aplicado a esta gentuza no es exactamente el que corresponde; los terroristas de ETA son despiadados asesinos que más gozan cuanto más dolor infligen. A su fanatismo y odio anti español nos hemos referido reiteradamente y no vamos a insistir sobre estos abducidos por el mal.

La RAE asocia cabrón, coloquialmente, “a una persona que hace malas pasadas o resulta molesto” y en sentido vulgar al “ hombre al que su mujer es infiel y en especial si lo consiente”. Lo de los asesinos etarras no son malas pasadas ni comportamientos molestos, es mortífera guadaña y respecto al significado vulgar nada nos importa si llevan o no cornamenta.

Es cierto que como rechazo, desprecio y condena, muchas veces el pueblo clama en su contra, además del consabido "asesinos",  sonoros: “ Cabrones, hijos de…,” en incontenida rabia y como forma de calificarlos más allá de las acepciones de la RAE. Eran y son las voces desgarradas por tanta muerte y desolación que, brotadas del corazón herido, no reparan en la ortodoxa semántica . El dolor se siente, se sufre y no hay papel que lo pueda albergar en su descarnada realidad.

Debe ser muy duro para un Juez reprimir sentimientos humanos en su oficio de Juzgar, máxime si  tiene enfrente sentados en el banquillo a quienes desprecian a víctimas y Tribunal y en ese sentido comprendemos a Ángela Murillo y le decimos: Señoría, Vd. a lo suyo, a Juzgar, que bien lo sabe hacer con valentía y sin pusilanimidad; quienes no tenemos tal responsabilidad hacemos nuestras sus palabras y muchas más que, por repetidas, no dejaremos de gritar.

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