Boko Haram, la organización terrorista islámica africana, cuya denominación se traduce por educación occidental es pecado, es la responsable de múltiples asesinatos y atrocidades horrorosas en Nigeria. Días pasados secuestró a unas 270 niñas en un colegio nigeriano, trasladándolas a algún lugar o lugares sin determinar en los que permanecen en cautiverio. Una de las pocas que han podido escapar ha relatado las continuadas violaciones a que han sido sometidas, amenazándolas con degollarlas si no se convierten al Islam y se niegan a tener relaciones sexuales con ellos, o bien, como ha dicho su líder, a venderlas como esclavas. Hoy mismo han vuelto a secuestrar a otras ocho escolares.
Estos criminales fanáticos pretenden establecer la "sharia", y aparte de su bandidaje, se ceban con los cristianos, que son víctimas de su sed de sangre y exterminio, y con aquellos centros educativos que no inculcan la, para ellos, ortodoxia islámica. A título de ejemplo, valga citar que, en su desalmado haber, tienen incendios de esta clase de escuelas y diversos ataques armados contra las mismas. En uno de éstos, seguido de incendio, en el pasado mes de Febrero en el estado nigeriano de Yube, murieron más de 50 escolares. Odian los valores occidentales, y dominan primordialmente el Norte del país.
El mundo occidental no debe permanecer inactivo ante este tipo de situaciones espeluznantes, que se reproducen en otras regiones africanas, dentro de sus capacidades y marcándolo como prioridad. Lo que allí está ocurriendo es un insulto más, pero en extremo gravísimo, y un crimen contra la Humanidad. No deberían ser los intereses económicos los únicos que impulsan a actuar. Si se obvian los derechos innatos e inalienables de toda persona y no se actúa en su protección y defensa, con preferencia hacia los más vulnerables y desvalidos, de nada o poco sirven los valores que proclamamos.
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