jueves, 29 de mayo de 2014

EL NEONATO “ PODEMOS “.

 

No es cosa de desanimarse ni quedarse paralizados por el éxito electoral del neonato PODEMOS, sino de reaccionar, rectificar errores y alertar, mediante el boca a boca y las redes sociales- algunas voces y medios lo están haciendo- del peligro político-social de su ideario. El discurso de su cara más visible y mediática, Pablo Iglesias, resulta atractivo para los antisistemas alocados e irredentos, que siempre se apuntan al desorden y la subversión, aparte de la gente que sufre la penuria económica y queda encandilada por sus cantos de sirena al desconocer cómo sería y es el paraíso que vende. En la antigua Unión Soviética lo sufrieron; en Cuba, Venezuela y otros países con regímenes bolivarianos, por limitarnos a los de habla hispana, saben lo que es padecer miseria y falta de libertades.

También hay estudiantes universitarios abducidos por el verbo de este joven profesor nacido con el gen marxista, que mutó a posiciones totalitarias de la izquierda extrema, con el paso de los años y el adoctrinamiento de algunos profesores con genoma ideológico comunista, conformándose el perfil genético ideario del que hace gala.

Por supuesto que hay que revisar los modos de conducir la política, fomentar la participación ciudadana y erradicar comportamientos nada ejemplares, pero no siguiendo lo que pregona la novedad televisiva Pablo Iglesias y los procedimientos para llevarlo a cabo. La cancha mediática que se le está dando debería ir dirigida para poner al descubierto el peligro social que representa su pensamiento. No es un adversario político con el que cabe la legítima discrepancia. Es un enemigo de las avanzadas democracias que ha conseguido un hueco en ellas para, desde dentro, poder dinamitarlas mejor. Como tal hay que desenmascararle.

Las lágrimas de Boabdil al perder Granada- Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre, le reprochó su madre- fueron baldías, como han sido tantas otras posteriormente a lo largo de la historia. Ante PODEMOS, como frente a otros radicalismos, se trata prioritariamente de defender la libertad en su justa y amplia acepción, la seguridad jurídica y el orden constitucional. En ello no caben inhibiciones, ambigüedades ni oportunismos.

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