La fijación de la extrema izquierda y del radicalismo independentista contra la Monarquía es obsesivamente enfermiza, no escapando al atento observador que, tras ella, subyace la aversión al Rey por ser símbolo de la unidad y permanencia del Estado. Buscan la fragmentación de España y asocian exclusivamente Democracia con República, cuando ambas formas de Estado pueden ser democráticas o no, dependiendo del modo de cómo se instituyen formalmente, se limitan y regulan sus funciones y actúan en relación al respeto a las libertades, la neutralidad política, el concepto de servicio,...Por ejemplo, son democráticas monarquías como la nuestra, la británica, la holandesa, las escandinavas, así como las repúblicas francesa o la estadounidense. No lo son la monarquía saudita y otras islámicas ni las repúblicas norcoreana, la cubana o la venezolana; tampoco las dictaduras totalitarias.
Es legítima la opción por una República democrática, pero no es la que pretenden reeditar los que incitan a tomar la calle, para exigirla e imponerla al margen de los cauces legales establecidos. Lo suyo es derrocar el Sistema, cuyo primer paso sería finiquitar la Institución monárquica y sustituirla por una República popular, de amargos recuerdos en nuestros país, que subyugase al oponente. De conseguirlo, se erigirán en titulares únicos de la verdad y la razón, y los discrepantes o sospechosos de serlo dejarían de ser ciudadanos libres y los someterían al dictado sectario.
A raíz de la próxima materialización de la anunciada abdicación del Rey, estos elementos han puesto toda la carne en el asador para hacer ver, erróneamente, que a día de hoy es prioridad de la mayoría de los españoles la demanda de la opción republicana. A esta mayoría les importa sobre todo el grave problema del paro, la recuperación económica y la estabilidad política e institucional. No está para aventuras ni delirios secesionistas. Así lo entienden y al respecto se han manifestado, pese a la esencia republicana del socialismo y con gran sentido de Estado, los ex presidentes de los últimos gobiernos socialistas Felipe González y Rodríguez Zapatero, así como el secretario general del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba. Los tres, entre otras figuras destacadas del socialismo, conocen de primera mano el gran papel que ha ejercido el Rey Juan Carlos, paladín de la Democracia, y las garantías que concurren en su hijo, el que pronto reinará como Felipe VI.
La Monarquía pervivirá mientras siga siendo útil a España, y Felipe VI se entregará a ello con total ahínco. No obstante, el trabajo sucio de acoso y derribo no cesará; pero esto ya es sabido y con ello se cuenta de antemano.
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