Desconociendo lo que se cocina en las respectivas trastiendas socialistas, las apariencias señalan signos de desplazamiento más a la izquierda, incluso hacia ciertos postulados de la más extrema por parte de los cachorros en alza del PSOE, Eduardo Madina y Pedro Sánchez, y algunos otros de la misma formación que aspiran a mantenerse en el machito o hacerse un hueco en el mismo. Será por oportunismo, convicción o por inmadurez política- la permanencia en cargos orgánicos de partido no siempre garantiza la sensatez requerida para desempeñar funciones de alta responsabilidad-, pero no ayudan a que el partido socialista sea el referente de centro-izquierda que caracteriza a las socialdemocracias de los países democráticos occidentales más avanzados, y que es imprescindible para la estabilidad y progreso de nuestro país.
Puede que sus palabras respondan a un juego temerario, pues una cosa es predicar y otra dar trigo, pero aun en este caso, algunas de ellas tienen el formato de la radicalidad, como lo es , a título de ejemplo, el discurso anticlerical- repárese en el pronunciamiento sobre derogar los Acuerdos con la Santa Sede-, cuando el Vaticano, además de ser el centro rector del catolicismo con el Papa y la colegialidad episcopal, es un Estado con el que se mantienen relaciones diplomáticas.
La Constitución prescribe que "Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones." España, además de históricamente, es mayoritariamente católica, tanto en la práctica como en la faceta sentimental o emocional; y aunque el Estado sea aconfesional, no debe ignorar esta realidad, como tampoco el partido socialista que aspira a volver a gobernar.
El cuestionar el imperativo constitucional transcrito, en lo que a la Iglesia Católica se refiere y, derivadamente, el positivo papel que desempeña en múltiples facetas, no extraña cuando proviene de los acérrimos enemigos de la misma-claramente la extrema izquierda, tan calladita respecto a las barbaridades y atrocidades del llamado fundamentalismo musulmán radical-, pero sorprende que a estas alturas suenen destacadas voces del PSOE que, en buena hora, Felipe González desmarxistizó y centró.
Confiemos que tales voces respondan a pasajeros calentones o a tormentas de verano, aunque aquellos provocan desasosiego, y estas pueden dañar las cosechas si van acompañadas de granizo. En cualquier caso son voces preocupantes.
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