Suele utilizarse con frecuencia lo de respeto su opinión pero no la comparto, como forma educada de mostrar disconformidad con lo que el otro dice o expone respecto a algún tema sometido a controversia, y no está mal que así sea, siempre que lo debatido sea admisible desde enfoques opuestos. Hay que respetar lo que merece respeto.
Llevado lo anterior al campo de las ideas y la praxis política, hay ocasiones en que, sin faltar a los modos, procede contestar: no respeto su opinión ni la comparto.( Ya se trató anteriormente este tema en la entrada " Respetar y compartir" de 28-06-2010.) Hay ideologías y formas de gobernar intrínsecamente perversas, como las totalitarias excluyentes que reducen a las personas a la nada, entrometiéndose en lo mas profundo de su ser y convirtiéndolas en sujetos instrumentales. ¿ Acaso no lo fueron, a título de ejemplo, las que sustentaron el comunismo leninista, el anarquismo libertario y el nazismo ?
Pues bien, pese a sus nefastas consecuencias, hay empeñados en reeditarlas, aunque revestidas de forma dulcificada y moderna acorde a los tiempos actuales. Podrían cambiar los procedimientos, incluso el fin último, pero el substrato ideológico es, además de retrógrado, altamente inquietante. Las alertas se han disparado; hay que despertar y reaccionar. La democracia que pregonan no es la de todos, es la suya y la de la confrontación; su pensamiento no merece la consideración que se le dispensa, y hay que denunciarlo. A esta tarea deberían colaborar todos los amantes de la Libertad, la Justicia y la convivencia en paz dentro de la unidad; sin complejos ni tibiezas, desde la gallardía serena y la ejemplaridad.
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