A su regreso de Venezuela, Felipe González ha manifestado que dicho país está " en un proceso de destrucción" y que " necesita diálogo y reconciliación y para eso necesita un ambiente de vida en libertad con medios plurales y de restitución de la democracia". No es la primera vez que el ex-Presidente del Gobierno español se pronuncia sobre el régimen bolivariano y déspota de Nicolás Maduro, que implantó su inmediato predecesor Hugo Chávez.
Aunque es sobradamente conocido lo denunciado, adquiere mayor relevancia cuando la degradada situación político-social y la falta de libertades en el mentado país las señala un estadista y referente del socialismo español, Felipe González , quien goza de gran admiración y predicamento dentro y fuera de nuestras fronteras y, por supuesto, en Iberoamérica. Su visión y experiencia política le llevó a tildar de " catástrofe" para España y Europa si prendiese en España la ideología bolivariana-revolucionaria, en clara referencia a PODEMOS.
El Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, y los actuales prebostes socialistas- no todos, como ejemplo cualificado y representativo está Susana Díaz- no parecen tener en cuenta las prudentes aseveraciones y recomendaciones de Felipe González, y con tal de gobernar no les hace asco aliarse con PODEMOS y otras formaciones populistas radicales. Su irresponsabilidad les lleva a jugar con el fuego, aun con el riesgo de quemarse ellos y ser devorado el PSOE por esos aliados coyunturales.
La extraviada deriva socialista iniciada por Rodríguez Zapatero y continuada por Pedro Sánchez, debió influir lo suyo para que, hace dos años, dijera Felipe González: " Soy militante socialista; así me voy a morir, pero ya les he advertido a mis compañeros que soy muy raro, que estoy perdiendo la simpatía. Soy militante y no simpatizante, y lo normal es lo contrario". No fue escuchado ni se preguntaron el porqué. Era un jarrón chino al que había que arrinconar.
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