miércoles, 24 de junio de 2015

CUARENTA AÑOS.

 

Hace cuarenta años era inimaginable para la mayoría que en España llegara la democracia; que se legalizarían los partidos políticos, incluido el comunista; que habría un periodo, el de la Transición, en el que la apuesta sería la reconciliación; que se instalaría el Estado de las autonomías como una especie de reinos de taifas; que se cuestionaría la unidad de la Nación; que los verdugos terroristas serían presentados como víctimas; que gobernarían en determinadas Instituciones los que repudian a España; que surgieran y se asentaran en las mismas los populismos de extrema izquierda; que, con lo positivo y negativo de toda evolución, se llegaría a una España irreconocible. Estas y tantas cosas más, buenas y malas, han ocurrido durante las últimas cuatro décadas, más lo que queda por venir y ver.

En el correr de los tiempos, como todo puede suceder, hay que estar preparados para el infortunio y la dicha. Hay que mantener la constancia y el espíritu alzado para que aquél dure lo menos posible, enfrentándose a él, y el realismo para saber que ésta también tiene sus vaivenes y declives. La desgracia y la fortuna se perciben desde la óptica personal de cada cual y del modo como se sienten.

" No hay mal ni bien que cien años dure", reza el refrán, apostillándose con : "ni cuerpo que lo resista "; y aunque cueste entenderlo, otro dice: " No hay mal que por bien no venga". En el refranero se puede elegir para toda clase de gustos; responden a la sabiduría popular acumulada durante siglos y sirve de refugio y orientación para evadirse de profundidades intelectuales.

Pese a la pretendida distensión recurriendo al refranero, no cabe olvidar que hay quienes siguen empeñados en mantener vivo lo del poema machadiano: " Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón. Pasa que una media España ahora lo es a su pesar.

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