domingo, 21 de junio de 2015

DEMONIZACIÓN DEL PARTIDO POPULAR.

 

En las izquierdas hay una competición para ver cuál de ellas demoniza más al Partido Popular. No quedan lejos los airados gritos de los manifestantes que pedían su disolución e insultaban a los dirigente populares calificándoles de asesinos. ¿ Acaso se han olvidado las protestas callejeras orquestadas a raíz del inicio de la guerra declarada al Irak de Sadam Husein por el Presidente norteamericano Bush Jr., en la que España, gobernada entonces por Aznar, respaldó la acción militar y prestó primordialmente ayuda humanitaria? ¿ Tampoco se recuerdan los asedios a las sedes del PP con motivo de los atentados terroristas del 11-M perpetrados en Madrid, después de que  Pérez Rubalcaba dijera falazmente, en vísperas de elecciones generales, " los ciudadanos españoles se merecen un Gobierno que no les mienta" ? Por cierto, recientemente el líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha reconocido que el " pásalo", llamando a concentrarse ante la sede del PP y otros espacios públicos en la jornada de reflexión " se gestó en su facultad". El odio que destilaban los ojos y las palabras de las manipuladas e intoxicadas masas son imborrables.

Pues bien, aunque cabría decir mal; aquel estigma subsiste, agravado por la crisis mal gestionada en su día por los socialistas y los casos de corrupción en los dos principales partidos mayoritarios- PP y PSOE-; reiterándose machaconamente por los altavoces mediáticos de la izquierda los que afectan a la formación popular, y pasando de puntillas sobre la socialista. No importan los indicios de recuperación económica, de reducción del paro, ni las medidas contra la corrupción y por la transparencia, llevado todo ello a cabo por el actual Gobierno del Partido Popular, al que se le niega hasta el beneficio a la duda. Parte de culpa tiene; pues, centrado en lo económico, ha estado alelado ante el activismo de sus adversarios y displicente con sus bases y con algunas demandas de parte de su electorado.

Ahora, cara a las próximas generales, se han producido ciertos cambios de lozanía en la cúpula del PP, esperándose nuevos aportes y métodos de actuación para transmitir ilusión, recuperar el voto perdido y poder obtener una mayoría suficiente en los próximos comicios que le permita seguir gobernando. Complicado está el actual panorama político como para hacerse demasiadas ilusiones; pero peor sería el inmovilismo. Las izquierdas, en bloque o por grupos, harán lo indecible para que no vuelva a gobernar, y los partidos secesionistas no se quedarán en la zaga.

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