Se impone compaginar la recuperación económica con la salud pública, ambas afectadas gravemente por la pandemia del Covit-19. La primera requiere creación de empleo e incentivos para ello, apoyo a las empresas en crisis, reducción de impuestos, adelgazamiento de las Administraciones y agilización de sus burocracias dispersas y kafkianas, eliminar los gastos improductivos, así como controlar e inspeccionar las subvenciones sociales, para que sólo se den a los que realmente las necesitan. Para mejorar la salud pública, máxime en los casos epidemiológicos, se precisa mejorar las técnicas de detección, prevención y protección, garantizar la asistencia médica sin agobios para los facultativos, incrementar los efectivos sanitarios y la ampliación de las infraestructuras hospitalarias. Nuestra clase médica tiene una cualificación excelente, aunque hay aspectos de la salud pública que escapan a su decisión.
La recuperación económica y la salud pública necesitan inversiones potentes en I+D+I, al igual que gestores y expertos que sepan apreciar cuáles son las prioridades, cómo atenderlas y administrarlas. Éstos van al grano, al meollo de la cuestión. No se dejan llevar ni influir por ideologías disparatadas y neo-comunistas, que sólo conducen al caos.
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