La vida contemplativa de monjas y monjes de
clausura en conventos y monasterios, dedicada a la oración y al trabajo, es
difícil de comprender para mucha gente, que desconoce el valor de la oración y
el aislamiento para dedicarse por completo a Dios, sin dejar de rogar Su
misericordia y protección ante los males que acaecen en el mundo.
La presencia de la Iglesia se despliega en
múltiples frentes, lugares, funciones y misiones diferentes (parroquias, centros
educativos, hospitales, cárceles, regiones conflictivas o en guerra y
depauperadas, zonas selváticas y desérticas, etc.) bajo la premisa fundamental
de practicar el Amor fraterno, especialmente con los más necesitados que están
faltos de ayuda, consuelo y esperanza, propagando a la vez la enseñanza del
Evangelio.
Detrás de esa fuerza en vanguardia está la de la
retaguardia, la contemplativa- “ ora et labora “ – que viviendo en comunidad
enclaustrada aporta savia espiritual con sus plegarias, para que aquélla no
desfallezca y siga presente expandiéndose en el mundo.
La inmensa mayoría de los restantes católicos no
tenemos vocación para ser sacerdotes o religiosos, al no haber sido llamados por
Dios a ello. Pero ello no obsta para que nos esforcemos en perfeccionar nuestra
vida interior y, desprendiéndonos de egoísmos e insolidaridades, seamos una
corriente colaboradora con nuestra personal savia para fortalecer a los
consagrados y regar de Amor a nuestros entornos, empezando por la propia familia
y los círculos conocidos más próximos, además de ayudar a la Iglesia Necesitada
y Misionera con nuestras oraciones y el aporte económico que esté a nuestro
alcance. ¡ Seamos también la retaguardia activa de la Iglesia !
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