jueves, 26 de agosto de 2021

EL SUICIDIO DE EUROPA

  

 
 
Para que la Unión Europea y los países que la integran tengan un papel destacado en el mundo, tienen que saber lo que desean ser y cómo llevarlo a cabo. Los factores económicos, militares, tecnológicos, sanitarios, de bienestar social- entre los que se incluyen los sanitarios- y otros son importantes, pero no decisivos por sí solos si no van acompañados de un rearme moral, y se abandonan las raíces cultural-cristianas y el poso humanista que las caracterizaron. La dejación y relajación de los dos últimos aspectos, que se están dando desde hace algún tiempo, dejan un hueco que será ocupado por ideologías y “ valores “ de otras culturas foráneas, no respetuosas con la libertad, dignidad e igualdad de todas las personas, en cuanto son criaturas de Dios.
 
A pasos, más o menos rápidos, se está abriendo la puerta de la penetración suplantadora, que nada tiene que ver con los flujos de la inmigración musulmana, legal y regulada, cuya buena parte de la misma rechaza la interpretación y aplicación fundamentalista del Islam. En la debilidad de Europa influye también la baja tasa de natalidad entre sus habitantes y la promulgación de bastantes leyes inicuas, así como el fomento de algunos modos de vida que envilecen y degradan al ser humano, reduciéndolo a una masa amorfa, interesada por lo instantáneo, el utilitarismo, el relativismo y el hedonismo.
 
Cuando este viejo continente quiera darse cuenta de su extravío, será ya tarde y baldíos los lamentos. Los musulmanes, en base a su prolífica natalidad, gobernarán en muchas Instituciones y, paulatinamente, se generalizarán sus usos y costumbres, que ahora nos son extraños. Sólo cabe desear y esperar que no rijan nuestros destinos los “ ayatolás “ extremistas. En cualquier caso, es cuestión de años si no se rectifica antes la decadente deriva emprendida. Los mayores no lo verán, pero sí sus descendientes que ahora son pequeños. A tiempo se está de evitar que se culmine en el futuro el suicidio de Europa.

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