“ La primera víctima cuando llega una guerra es la verdad ”, aserto de 1917 atribuido al senador estadounidense Hiram Johnson, referido a la desinformación que se produce en los prolegómenos, desarrollo y final de todo conflicto bélico. Ello alcanza, frecuentemente y a su pesar, a lo que cuentan los reporteros de guerra, tantas veces sometidos a la censura de cualquiera de los bandos enfrentados y a sus terminales mediáticas, teniendo que ser muy hábiles y tener probada experiencia para sortearlos, además de capacidad para beber de fuentes diferentes y arrojo para comprobar “ in situ “ lo que ven o se les deja ver.
Los comunicados oficiales suelen esgrimir razones
de seguridad y de secreto, muchas veces justificadas, no siendo lo
suficientemente transparentes como la
ciudadanía quiere. No es fácil separar “ el trigo de la paja “, volviéndose más
complejos los temas de geoestrategia y alianzas, en los que no aciertan siempre
los gobernantes ni los analistas más sesudos, y el enemigo de hoy puede ser el
amigo de mañana.
Si los empeños para la guerras, desgarradoras
todas, parasen y se orientasen hacia la paz en el mundo, asistiríamos a la única
y excelsa verdad virtuosa, la del AMOR, en la que no triunfa el mal. ¡ Utópica
ilusión ! Siempre hubo guerras, las hay y las habrá. Y cada bando, con su “
verdad “ a cuestas.
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