miércoles, 7 de septiembre de 2022

EL ALTO Y EL DE ESTATURA MEDIA

 El alto no tiene abuela,

 él solo se ensalza, 

palabrería no le falta,
 
miente más que habla,
 
descalifica sin ton ni son
 
a sus oponentes.
 
Se cree el rey del bambo,
 
rechaza la bienintencionada
 
mano tendida del adversario;
 
dice que conspiran en su contra
 
los medios de comunicación,
 
las grandes compañías y las ricas fortunas
 
que no le bailan el agua.
 
 
El de estatura media se expresa
 
sin levantar la voz, es sosegado,
 
reflexivo y experimentado en la púbica gestión.
 
No entra al trapo malicioso y provocador
 
que le extiende el guaperas alto.
 
Pero pierde el tiempo al reiterarle la mano tendida,
 
para acuerdos puntuales de Estado,
 
al que pretende cortársela de cuajo.
 
 
El altivo y engreído guaperas
 
se retrató una vez más
 
a colación del debate de ayer en el Senado,
 
explayándose sin limitación de tiempo,
 
durante casi dos horas,
 
en sus diversas intervenciones;
 
reiterando sus preferencias,
 
como socios y apoyos,
 
por la extrema izquierda y los peligrosos para la Nación;
 
desdeñando al moderado centro-derecha,
 
al que no quiere ver ni en pintura,
 
aunque a veces asuma como de su propia cosecha
 
algunas propuestas de esta formación,
 
que antes rechazó.
 
El de estatura media apenas pudo detallar sus planes y contra argumentar;
 
los quince minutos para su primera intervención
 
y los cinco para la segunda, previstos en el Reglamento,
 
no dan para más. Pero con lo poco que pudo hablar
 
constató la realidad, advirtiendo de lo que nos puede pasar
 
si el alto no cambia de rumbo, que cerca tiene la puerta de atrás.
 
 
El alto y ególatra empleará sus peores artes
 
para aguantar, resistir y seguir en en el sillón “ monclovita “;
 
solo vela por sus ambiciones personales y desmedidas.
 
Piensa que por encima de él, ni el Rey.
 
Con o sin corbata serviría para modelo de pasarela,
 
pero no es hombre de ley.   

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