El alto no tiene abuela,
él solo se ensalza,
palabrería no le falta,
miente más que habla,
descalifica sin ton ni son
a sus oponentes.
Se cree el rey del bambo,
rechaza la bienintencionada
mano tendida del adversario;
dice que conspiran en su contra
los medios de comunicación,
las grandes compañías y las ricas
fortunas
que no le bailan el agua.
El de estatura media se expresa
sin levantar la voz, es sosegado,
reflexivo y experimentado en la púbica
gestión.
No entra al trapo malicioso y
provocador
que le extiende el guaperas alto.
Pero pierde el tiempo al reiterarle la mano
tendida,
para acuerdos puntuales de Estado,
al que pretende cortársela de cuajo.
El altivo y engreído guaperas
se retrató una vez más
a colación del debate de ayer en el
Senado,
explayándose sin limitación de
tiempo,
durante casi dos horas,
en sus diversas intervenciones;
reiterando sus preferencias,
como socios y apoyos,
por la extrema izquierda y los peligrosos para la
Nación;
desdeñando al moderado
centro-derecha,
al que no quiere ver ni en pintura,
aunque a veces asuma como de su propia
cosecha
algunas propuestas de esta
formación,
que antes rechazó.
El de estatura media apenas pudo detallar sus
planes y contra argumentar;
los quince minutos para su primera
intervención
y los cinco para la segunda, previstos en el
Reglamento,
no dan para más. Pero con lo poco que pudo
hablar
constató la realidad, advirtiendo de lo que nos
puede pasar
si el alto no cambia de rumbo, que cerca tiene la
puerta de atrás.
El alto y ególatra empleará sus peores artes
para aguantar, resistir y seguir en en el sillón
“ monclovita “;
solo vela por sus ambiciones personales y
desmedidas.
Piensa que por encima de él, ni el
Rey.
Con o sin corbata serviría para modelo de
pasarela,
pero no es hombre de ley.
No hay comentarios:
Publicar un comentario