Depende de gustos y creencias. Pero para quien se 
siente cristiano, reconfortó y consideró como acto central el funeral celebrado 
ayer, en sufragio de Isabel II, en la Abadía de Westminster. Pese a las 
diferencias doctrinales y litúrgicas de la confesión anglicana y la católica, 
tienen el nexo común del testimonio de Cristo, dador de la vida y liberador de 
la muerte eterna. En tal sentido fueron las palabras dichas, las lecturas leídas 
y los himnos religiosos cantados, observando los numerosos e ilustres invitados 
un respetuoso silencio y esmerándose en mantener la postura y las formas 
apropiadas a la trascendental ceremonia fúnebre.
Queremos suponer que, además del pesar 
compartido, muchos de ellos pensarían o meditarían sobre la fugacidad de la 
vida, que nadie escapa a la muerte terrenal, con independencia del rango social 
que se tenga, en cómo será la despedida final que se les tribute y que tiene 
sentido el canto esperanzador de “ Muerte, dónde está tu victoria 
“.
El protocolo colocó en un lugar destacado y 
sentados de seguido, cerca del féretro, a D. Felipe VI, Doña Letizia, D. Juan 
Carlos I y Doña Sofía. Ojalá ese gesto de unidad familiar fuera premonitorio de 
la pronta vuelta definitiva de D. Juan Carlos a su casa y su país, que es 
España, y cesara la anormalidad arbitraria del veto gubernamental.
Hacemos patente nuestra complacencia y orgullo al 
ver a nuestro Rey, Felipe VI, cuadrándose, inclinar la cabeza y santiguarse con 
la señal de la Cruz ante el féretro en la capilla ardiente de Isabel II. 
No hay comentarios:
Publicar un comentario