Los independentistas catalanes
andan a la gresca entre sí,
para ver quién se lleva el gato al 
agua;
pero comparten su fobia y se dan la 
mano
contra la lengua castellana y todo lo 
español.
Desobedecen las resoluciones 
judiciales,
referidas a la enseñanza bilingüe en catalán y 
castellano.
Ordenan a los profesores su 
incumplimiento;
mandan a sus “ escamots “ a vigilar
en cuál de los dos idiomas hablan los profesores 
entre ellos
e imparten la docencia, y hasta 
con el que se expresan 
los alumnos en la clase y en el 
recreo.
Los padres y discentes, que reclaman el  
estipulado 
veinticinco por cien en la común lengua cervantina,
son acosados, vejados, señalados y 
represaliados.
Todo esto, que no debería ser tolerado 
y sí debidamente erradicado y 
castigado,
es el “ pa amb tumaca “ o “ pan tumaca “ 
diario.
Los que plantan cara, hartos de agravios y 
desafueros,
a la Inquisición catalanizante,
levantan las voces en desacuerdo,
como el padre de la niña de Canet y muchos 
más.
Dentro y fuera de Cataluña van en 
aumento.
Se ha llegado a un extremo 
antiespañol
en el que no queda otro remedio que 
rebelarse,
exigir lo que en Derecho procede, oponerse al 
totalitarismo
excluyente nacionalista y decir que hasta aquí hemos llegado.
Se han pasado de la raya ¡  Ya está bien  ! o “ ¡ 
Ja està bé ! “.
Pero imposiciones por las bravas y contraviniendo 
la Ley, ni una más.
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