Bastantes argentinos, y algunos que no lo son,
tienen dudas sobre la autenticidad del atentado fallido contra Cristina
Fernández de Kirchner. Sospechan que fue un montaje para aumentar su
popularidad, satisfacer sus aspiraciones a ser nuevamente presidenta del
Gobierno, del que ahora es vicepresidenta, y crear un ambiente a su favor de
cara al juicio que tiene que afrontar por corrupción y otros delitos.
Casualmente, el fiscal que formuló las acusaciones contra dicha dama, se suicidó
poco después, según la versión oficial.
Por supuesto, procede felicitarla porque la
pistola no escupiera fuego, que hubiera sido mortal por la corta distancia entre
aquélla y la cabeza de la dignataria. Cuando se pretende matar a alguien con una
pistola, el autor precavido se asegura previamente de que funcione bien y mete
el cartucho en la recámara, para que al apretar el gatillo el resultado sea
rápido, conforme a lo deseado, y no surjan imprevistos durante la ejecución y la
posterior huida. Pero, aunque el cargador tenía 5 cartuchos, en el cañón no
había ninguno. No vamos a repetir más detalles sobre el suceso, los
interrogantes acerca del mismo y de los inexplicables fallos del personal de
seguridad, por haber sido difundidos ya con profusión. Esperemos que algún día
puedan saberse los entresijos de este espinoso asunto, y se despejen los recelos
existentes o se confirmen.
Cabe también la posibilidad de que el autor del
homicidio intentado sea un “ chapuza “, o fuera inducido o manipulado. Pero,
como dijo alguien: “ En Argentina todo es posible “, aunque no tiene la
exclusividad. La “ mordida “, la corrupción y el populismo peronista van en el
ADN de esa nación, tan rica en recursos naturales y que, por la pésima gestión y
el aprovechamiento personal de los mandamases de turno, devino en la carestía y
en las necesidades generalizadas. Por si faltaba algo, se están extendiendo como
la pólvora el comunismo, el indigenismo y el chavismo bolivariano en
Iberoamérica, que tiene también sus fedatarios aquí. “ Las armas las carga el
diablo “, pero a veces hace travesuras y “ el tiro sale por la culata “. En el
caso referido no ha sido así. El agresor brasileño sufrió solo algún hematoma,
inferidos por los que lo redujeron.
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