domingo, 11 de septiembre de 2022

VISCERALIDAD Y ECUANIMIDAD

 Padecemos un exceso de visceralidad, apasionamiento y parcialidad, que impiden el equilibrio racional y emocional requerido al opinar sobre hechos y personas. Por el contrario, andamos cortos de ecuanimidad, ponderación y rectitud de juicio al respecto. Ello nos lleva a arremeter, con causa o sin ella, contra lo que nos desagrada y no se acomoda a nuestros deseos y formas de pensar, sin reparar en la parte de razón que puede asistir a los demás y con los que discrepamos. Esta obcecación, mantenida a maza y martillo, se transmite de arriba hacia abajo y en nuestro entorno, infectando a todo el cuerpo social.

 
Es correcto y se debe disentir sobre lo que se considera nocivo y perjudicial para el bien común, atenta a las legítimas y profundas convicciones personales o de grupo. Incluso manifestarse para defenderlas y denunciar agravios, pero guardando siempre las formas y sin faltar. Esto requiere un ejercicio equilibrado de discernimiento y moderación, en el que tantas veces fallamos sucesivamente, pese a los propósitos encomiables de no reincidir. Así es la condición humana y su asignatura pendiente, por mucho que nos pese.

No hay comentarios:

Publicar un comentario