La conversación discurría entre cuatro mientras tomaban café en la terraza de un bar, resguardados del sol por un toldo. Para identificarlos de algún modo, podríamos denominarlos respectivamente como el animoso-A-, el desengañado-D-, el fraile-F- y el soñador-S-. Tres varones casados y un consagrado a Dios, todos de madurita edad. La charla iba referida, como es habitual hoy en día, sobre la situación general de España, transcurriendo la tertulia en común sintonía ya que compartían mismos principios y valores, con leves diferencias sobre algún punto menor. Esta es una síntesis aproximada:
D.- Parece mentira que los políticos se extrañen de lo que está sucediendo, cuando desde hace años se veía venir y estaba anunciado por expertos. No tienen perspectiva histórica, van a lo inmediato, carecen de sentido del Estado y, salvo alguna rara excepción a título personal, todos los partidos han defraudado. Han metido las narices, junto con los sindicatos, en las Cajas de Ahorros desviándolas de su inicial razón de ser y entrometiéndose en la actividad bancaria en asuntos que no les concernía, dictando nombramientos y consejeros que nada sabían salvo cuidar sus bolsillos y los de los respectivos padrinos y recomendados de éstos. Cajas y bancos, en perjuicio de los clientes, se han prestado al juego del compadreo y las malas artes... Esto viene de años atrás, se inició con la financiación ilegal de los partidos, se han estado intercambiando "cromos" y cohabitando sin escrúpulos. De ahí y de la falta de ética procede la corrupción y especulación y, como hay tantos implicados , no le veo fácil solución. Ha faltado la ejemplaridad y sobrado sinvergonzonería por parte de muchos y soy escéptico respecto a que cambien de conducta. Hay demasiados intereses creados, clientelismo, compromisos y no me los imagino haciéndose el "harakiri". Cuando mejore la situación económica, seguirá la misma forma de entender y practicar la política si no hay un cambio de comportamientos y en la estructura y funcionamiento del Sistema.
F.- Las Cajas de Ahorro y Montes de Piedad tuvieron en su inicio un fin social y benéfico para ayudar a los más necesitados que precisaban de dinero y no podían exponerse a la usura de prestamistas. Los Montes se crearon por iniciativa de los franciscanos en Italia en el siglo XV. Con el tiempo fueron proliferando las primeras y sus partidas a acciones sociales, culturales, etc., a través de sus fundaciones; prevaleciendo posteriormente, en muchas de ellas, el típico operar bancario en detrimento de los otros loables fines. Hace pocos años fui a la sucursal de una Caja, de la que nuestro centro educativo era cliente, en demanda de una modesta subvención, que no superaba los quinientos euros, como ayuda al coste de actividades culturales extra que pretendía emprender para ampliar la formación de los estudiantes y la respuesta inesperada fue el no. Salí de la oficina defraudado y apenado.
A.- Todo lo que decís está muy bien y es real, pero aparte de historias lo cierto es que hay que plantearse el presente, evitar el derrotismo, infundir ánimos, por eso pregunto ¿ qué podemos hacer?.
D, F y S, a la vez.- Nada podemos hacer, eso compete a los gobernantes que para eso les pagamos y suya es la obligación.
A.- Eso ya lo sabemos, me refiero a título individual pues no quiero resignarme ni pensar que nada podemos aportar.
S.- ¡ Hombre!, bajo ese punto de vista, cada uno puede aportar lo que esté a su alcance y capacidades dentro del ámbito profesional y relacional en el que se desenvuelve: ser fieles a la verdad, ejemplares, exponer sin complejos lo que no nos parece bien, aportar ideas si se nos piden, que corra el boca a boca...Así, por ejemplo, aprovechando la presencia del fraile y sin referirme a él personalmente, me da la impresión que los clérigos, en general, no se pronuncian, a menudo, con suficiente claridad y concreciones contra los abusos y desviaciones de poder, en contra de las leyes injustas e inmorales. Es frecuente el sermón generalista falto de compromiso y de profética denuncia.
F.- La edad media del clero es alta, faltan vocaciones y el empuje juvenil. En cada diócesis la máxima autoridad es la episcopal y, ocasionalmente, se tolera el incumplimiento de alguna norma de derecho canónico o particular sentencia del Tribunal de la Rota, lo que no es edificante; ya dijo Pablo VI que el humo de Satanás había penetrado en la Iglesia. No todos los altos nombramientos eclesiásticos son siempre los más acertados. La suma de ello, y alguna causa más, puede influir en el no compromiso a tu gusto que echas de menos. A veces estoy dos horas en el confesionario y no se acerca nadie. Ante una falta ajena grave me inclino por la piedad y siempre el perdón. De todos modos, viene bien para reflexionar la cuestión planteada por A. Hay posturas heroicas que no trascienden y la humildad que no se valora.
D.- Es verdad que algo se puede hacer a nivel individual, pero descorazona cuando ves que cuando lo has hecho, has aconsejado desinteresadamente a quien tenia poder de decisión para nada ha servido. Hay demasiada prepotencia e, insisto, falta ejemplaridad. Hay que recuperar principios y valores perdidos, la cultura del esfuerzo y la responsabilidad para conseguir la excelencia.
S.- Algunas experiencias he tenido al respecto; comparto lo que dices. Creo que ha valido la pena el reencuentro, hemos tenido una conversación que puede ayudar a mantener la ilusión.
A.- Yo las he tenido ( tristes experiencias) y, de vez en cuando, salen a mi encuentro; pero sigo. Nadie debería cruzarse de brazos a la espera de verlas venir. Tengo un compromiso y debo ausentarme. Estaremos en contacto. Está todo pagado. Padre, no se haga caro de ver y venga a visitarnos más a menudo.
F.- No es fácil, tengo que atender mis obligaciones religiosas y mi parroquia, y queda un poco lejos.
A,D y S.- Pues iremos a verlo.
Se han omitido referencias concretas a terceros y acaecidos reales, comentados en la intimidad de una conversación, que nada aportarían por presumir que el lector conoce muchas más y , posiblemente, de mayor enjundia. Por supuesto, el fraile no violó secreto de confesión alguno y evidenció su fidelidad a la Iglesia, al Papa y a la Orden franciscana.