domingo, 4 de noviembre de 2012

APUNTE SOBRE LA DOCENCIA DESEABLE.

 

La docencia es el arte de transmitir conocimientos, crear inquietudes intelectuales, fomentar en el alumno la receptividad a la enseñanza impartida, estimular el estudio por el ansia de aprender, plantear interrogantes a debatir en un clima participativo impulsado por los enseñantes, ayudar a pensar y formar personas para que se enfrenten a los retos del futuro con seguridad en sí mismas y criterios propios.

Tarea noble, ilusionante, que requiere, además de asentados conocimientos, dotes didácticas, vocación y continua actualización. Pero que puede verse obstaculizada en su plenitud si no cuenta con el respaldo de los dirigentes sociales, de la sociedad en su conjunto y con la implicación constructiva de la familia. La autoridad del profesor debe respetarse, ser prestigiada y potenciada, para que pueda ejercer la docencia en su complejo abarcar. Debe sentirse libre para enseñar y formar en la verdad.

En los primeros niveles educativos tienen que tener espacio suficiente las humanidades; tesoro del devenir cultural, histórico, filosófico, religioso y lingüístico, que en su cambiante evolución nos ha llevado al presente. Posteriormente, cada cual elegirá la rama o materia en la que quiera especializarse o ampliar sus conocimientos, bien sean humanísticos, científicos, compendio de los dos o la formación profesional. Unas bases bien asentadas permitirán luego adentrarse en los procesos de I+D+i y los límites a respetar en ciertos experimentos.

La exigencia al alumno, en cualquiera de los niveles, debería ser inexcusable; como también la excelente cualificación del aspirante a impartir docencia. El fracaso escolar y la poca valoración de nuestras universidades han sido diagnosticados, y preocupantes son las bajas entre el profesorado por estrés, ansiedad y depresión, algo que se viene arrastrando desde años y habrá que preguntarse el porqué para ponerle remedio. Gobernantes, centros docentes, familia y la sociedad en su conjunto deben comprometerse por elevar el listón de la enseñanza.

La finalidad, en definitiva, sería que el conocimiento adquirido y la formación como personas, sirvieran para potenciar la autoestima, el ser útiles a la sociedad y que ésta avance sin perder la referencia moral.

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