El sábado falleció Belén Langdon, de 17 años, la cuarta víctima mortal de la tragedia en el Madrid Arena. Una quinta joven continúa en estado crítico.
A la conmoción sufrida por la tragedia, le sigue el sobrecogimiento que nos ha producido la inusual entereza de la familia de Belén. Por algunos medios de comunicación nos hemos enterado.
El padre dijo sobrellevar la muerte de su hija “ con mucha tristeza y dolor pero con la serenidad y la paz que te da cuando uno se abandona a las manos del Señor. Ha querido que sea de esta manera y hay que aceptarlo. De esa manera uno se siente muy triste, evidentemente, pero con mucha paz y serenidad”
De las palabras de la madre nos quedamos con la resignación cristiana de que “había llegado su hora “.
Su hermano Borja, sacerdote, en entrevista radiofónica atendida poco antes del fallecimiento manifestó: “ Hemos puesto a mi hermana en las manos de Dios, porque se está apagando poco a poco su vida.” Inquirido por la entereza que evidenciaba, contestó: “ Tengo esta entereza gracias a la Fe, humanamente no se puede soportar”.
Estos testimonios nos han recordado lo que hace años le dijo una señora a su esposo, desesperado porque creía que su hijito extraviado en la playa podía haberse ahogado, : “ Mantén la calma, tranquilízate, Dios nos lo dio y se lo puede llevar cuando quiera”. Afortunadamente, el chavalín apareció sano y salvo, simplemente se había desorientado al corretear entre las tumbonas extendidas en la arena. El padre le regañó y la madre le estampó un beso.
¿ Qué clase de fuerza interior tienen algunas personas?, ¿de dónde proviene su serena entereza?. Borja, el hermano de Belén, lo dijo: dimana de la Fe.
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