jueves, 17 de enero de 2013

¡ CHE FICA…!

 

“Don Giorgio  il piccolo” vivía en un remanso de paz desde que se retiró, a edad provecta, a su remozada mansión, rodeada de olivos, viñedos y frutales, en la campiña siciliana que le vio nacer. Los lugareños le guardaban respeto y consideración por los muchos favores que les había dispensado como “ capo di tutti capi”, que seguía haciéndolos desde su ascendencia sobre su sucesor y cabezas de las distintas familias que comandó.

Le acompañaba en el sosiego campestre su devota esposa y juntos se regocijaban de la fecunda descendencia que el Señor, nuestro Dios, les había regalado. No cabía preocuparse por los hijos, las cosas les marchaban bien y gozaban de envidiable situación; aunque, a veces, le venía algún mal presentimiento al matrimonio sobre alguno de sus retoños ya en edad madura: “ No sé, Giorgio; mucho… y poca cautela”. El sobreentendido, en clave siciliana, se respondía por Don Giorgio con las manos extendidas hacia el cielo y un elevar de cejas, en el críptico lenguaje de signos de la “Cosa Nostra”.

Por costumbre, Don Giorgio solía sentarse a media mañana en el porche para escuchar tarantelas provenientes del viejo gramófono, mientras comía las uvas de un racimo que desgranaba lentamente y bebía a cortos sorbos un vaso de vino blanco. Sus viñedos eran los más y mejor reputados de la campiña; de ahí la fruición con que efectuaba el ritual diariamente.

En ello estaba cuando, puntual, llegó el cartero en bicicleta. Paolo, que así se llama, le era agradecido y fiel; no olvidaba que el Don le consiguió el empleo para que fuera sus oídos y sus ojos en el pueblo y alrededores. Se acercó a Don Giorgio, le besó la mano, le susurró unas palabras y le entregó el periódico en cuya portada, en modo destacado, se podía leer que su hijo Giorgino estaba siendo investigado por la Escuadra anti mafia.

Fue entonces cuando Don Giorgio, visiblemente irritado e indignado, exclamó: “¡ Che fica è la squadra anti mafia ¡” ( ¡ Qué coño es…!). El cartero, tembloroso, balbuceó: “ No lo sé, Don; pero me enteraré”. Le hizo la reverencia, se retiró encogido sin darle la espalda, llegó hasta la bicicleta, dio la media vuelta, se montó en ella y pedaleó…Por ahí va indagando.

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