jueves, 24 de enero de 2013

NO ESTÁ BIEN…

 

 

Que con irresponsable ligereza se levanten patíbulos mediáticos.

Que la Justicia sea perturbada en la necesaria ecuanimidad.

Que la presunción de inocencia sea una quimera.

Que haya ensañamiento y regodeo en el mal ajeno.

Que los “ nuestros “ sean los buenos y los “ otros “ los malos.

Que solo salgan a la luz las miserias y no las virtudes.

Que se eche en falta la ejemplaridad en parte de aquellos que más obligados están a observarla.

Que no examinemos nuestra conciencia antes de arrojar la primera piedra.

Que el egoísmo gane terreno al desprendimiento.

Que haya tanta necesidad, paro y hambre, mientras desaprensivos han dilapidado a mansalva lo que no era suyo.

Que se haya banalizado la distinción entre el bien y el mal.

Que la mentira se imponga sobre la verdad.

Que paguen justos por pecadores y se libren, al final, los culpables de la traición y el expolio.

Muchas cosas más no están bien; pero la grave situación a que han abocado a la Nación no debería distraernos en reproches ni lamentos, sino en ver cómo y por qué se ha llegado a ella y, así, empezar a reconducirla.

Es deseable que los culpables de las tropelías paguen por ello, y que se desactiven los peligros rupturistas; que se cumpla la Ley, que la Justicia se imparta con rectitud y que los jinetes políticos sean patriotas, valiosos y ejemplares.

En el fondo de tantas calamidades subyace la pérdida de los referentes morales. El recuperarlos nos incumbe a todos.

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